Problemas con los materiales: ¿quién tiene la culpa?
Hoy exploramos cómo un error en la elección de los materiales a utilizar en un proyecto puede desencadenar una «cascada de responsabilidades»
En las obras, ya sean “obra nueva” o “rehabilitación”, cada actor tiene un papel crucial. Y cuando algo sale mal, lo primero que todos se preguntan es: ¿de quién es la culpa?
¿Es del arquitecto que diseñó el proyecto? ¿Del director de ejecución que controló la obra? ¿Del constructor que la llevó a cabo?
La realidad es que, muchas veces, la responsabilidad no es tan fácil de delimitar.
Analizamos el reciente caso de una comunidad de propietarios en Madrid que, después de una rehabilitación en su fachada, descubrió que algo no estaba bien. Al poco tiempo de terminar la obra, la capa superficial de los paneles que recubrían el edificio empezó a degradarse.
No solo era un tema estético, sino que la situación empeoró: entraba agua, las ventanas corrían peligro de desprendimiento y las estructuras se veían afectadas.
¿Qué había pasado? Y más importante aún, ¿quién tenía la responsabilidad de arreglarlo?
Un proyecto que parecía perfecto, pero no lo era
Para cumplir con un requerimiento del Ayuntamiento de Madrid, la comunidad de propietarios contrató a un estudio de arquitectos para que realizara un proyecto de rehabilitación de la fachada. Tres arquitectos firmaron el proyecto, y más tarde, uno de ellos se vería en el foco de una demanda.
El proyecto fue aprobado y un contratista ejecutó las obras. Pero después de varios años, las consecuencias de una mala elección de materiales empezaron a hacerse evidentes.
Los paneles que cubrían la fachada se degradaban rápidamente, y lo que debía haber sido una solución estética y funcional acabó siendo un problema estructural.
“Se solicitaba que todos fueran responsables de reparar los daños y de cubrir los altos costos de la obra mal ejecutada.”
La comunidad de propietarios lleva el caso a los tribunales
Ante los daños, la comunidad de propietarios interpuso una demanda en la que se acusaba tanto a los arquitectos que firmaron el proyecto como al constructor y al director de ejecución. Se solicitaba que todos fueran responsables de reparar los daños y de cubrir los altos costos de la obra mal ejecutada.
El caso pasó por diferentes tribunales, y finalmente, el Tribunal Supremo tuvo que intervenir. Lo que quedaba por determinar era quién debía responder por los daños.
¿De quién es la responsabilidad cuando el material no es adecuado?
La sentencia del Tribunal Supremo nos deja varias lecciones. Uno de los puntos clave es la diferencia entre un error en la ejecución y un error en el proyecto.
El director de ejecución es la figura que se encarga de supervisar el trabajo durante la obra. Él debe asegurarse de que los materiales sean adecuados y de que todo se construya conforme al proyecto.
Sin embargo, en este caso, los materiales no eran defectuosos en sí mismos, sino que no eran los adecuados para esa fachada en particular. Es decir, no se trataba de un problema de calidad del material o de su colocación, sino de que el material no era idóneo para el uso que se le dio en el proyecto.
Y ahí es donde entra en juego la responsabilidad del arquitecto proyectista. Según la Ley de Ordenación de la Edificación, el proyectista debe asegurarse de que los materiales especificados en el proyecto sean apropiados para la estructura y las condiciones de la obra.
En este caso, los arquitectos que firmaron el proyecto no lo hicieron bien: eligieron un material que, aunque técnicamente cumplía con las normativas, no era el adecuado para ese tipo de fachada.
El resultado: un grave deterioro que afectó no solo a la estética, sino también a la estabilidad de la sub estructura del edificio.
¿Y qué pasa con el constructor?
El constructor es responsable de ejecutar la obra según el proyecto y de asegurarse de que los materiales que se utilicen sean los correctos.
En este caso, la empresa constructora utilizó los materiales especificados en el proyecto, pero como esos materiales no eran adecuados, la responsabilidad principal recaía sobre los arquitectos.
Sin embargo, la empresa también fue condenada a reparar los daños de manera solidaria junto con los proyectistas, por haber sido parte de la ejecución de un trabajo mal planteado desde el inicio.
¿Qué podemos aprender de este caso?
Este caso deja claro que en la construcción, cada agente tiene una responsabilidad bien delimitada por la ley.
El arquitecto proyectista debe asegurarse de que los materiales que selecciona no solo cumplan con las normativas, sino que sean los más adecuados para el tipo de edificio.
Por su parte, el director de ejecución (normalmente arquitecto técnico) es el encargado de verificar que los materiales que llegan a la obra son los correctos y de supervisar su colocación, pero no es responsable de la idoneidad del material si este ya fue seleccionado en el proyecto.
En definitiva, lo que nos enseña esta sentencia es que los errores en la construcción rara vez son culpa de una sola persona. En este caso, la mala elección de un material derivó en una cadena de responsabilidades que afectó tanto a los proyectistas como a la empresa constructora.
Y si algo queda claro es que, en la construcción, no se trata solo de cumplir con los plazos o con el presupuesto, sino de elegir correctamente cada elemento para evitar que, más adelante, todo el proyecto se desmorone… y las responsabilidades recaigan en más de uno.
¿Cómo lo ves? ¿Conoces algún caso parecido? Me encantaría saber tu opinión sobre este caso tan comentado, y contraponerlo con otros sucesos alrededor del mundo.
Carles
carles@plaved.com